Cómo deben festejarse los Goles
La semana pasada nos explayamos sobre la conveniencia o no de festejar los goles. En esta oportunidad, el señor PAR (tal es su seudónimo, no quiere trascender internacionalmente), nos agrega su opinión acerca de Cómo se deben festejar los goles.
Estimado Editor:
He leído la nota de uno de tus columnistas titulada "¿Deben festejarse todos los goles ?" y me permito, a modo de corolario, aportar una reflexión que me acompaña desde mi infancia setentista:
¿Cómo deben festejarse los goles?
Aclaro que, retirado ya de las canchas por la rotura de ambos ligamentos cruzados anteriores (ambas en Hebraica, una en el Interno), mi pasión por el juego continúa y, cuando esta mengua, sigo con la lengua o, como en este caso, con la pluma y la palabra.
En el fútbol profesional según pasan los años se han visto cantidades de festejos de diversas intensidades y parafernalia.
Al sobrio apretón de mano de la muchachada pantalonuda de Alumni le siguieron los varoniles abrazos de los engominados cracks de La Máquina.
Hasta ahí, todo bien.
En la actualidad, las vueltas de espalda, los trencitos a ras del suelo y las máscaras escondidas en los chalecos de los fotógrafos se combinan con pollerudos besos en anillos y antebrazos, representaciones de sexo bestial, bailes espasmódicos y coreografías diversas. Entre muchos otros.
Siempre se deja para el último acto el festejo compartido con los compañeros.
Aquellos que adoramos (y extrañamos) el fútbol como juego -veintidós pícaros sinvergüenzas detrás de una pelota, seguidos de cerca por un juez insobornable- creemos que se exagera mucho.
Para pasar de la protesta a la propuesta como se impone en estos tiempos, quiero dejar un estándar de festejo.
Este reúne la calidez del triunfo compartido a través del esfuerzo grupal que implica dejar a un hombre frente al arco rival, la urgencia de destacar un momento cumbre y esquivo a la vez, la dedicación hacia los fans y, no menos importante, el respeto por los rivales en su mini duelo.
Me refiero al festejo "alla Brindisi".
Esto es: grito fuerte, brazos extendidos, manos arriba, palmas hacia afuera y espera del compañero rezagado para compartir con él también ese momento. Luego, el trote elástico, la mirada al verde césped y, si corean, el brazo derecho en tímido saludo. Nada más.
¿Y qué pasa en el Club?
Hemos notado que no se abusa de la fiesta. Un poco por falta de hinchada, otro poco por la imposibilidad de voltereta ninguna, otro poco porque se llega al gol con el último aliento.
Sin embargo el goce al rival cuando puede, se manifiesta; más desde los bancos de relevos que durante los goles y, en general, materializado más por patadas voladoras y rasguños que por señas o gritos. Pero esto es tema de otra columna.
A modo de credo laico y un poco fuera de contexto exhorto al Señor Blatter: desaliente Usted las tocaditas de culo, las payasadas egocéntricas, los gritos a cámara, los mentirones, los pedidos de tarjetas amarillas y los revolcones fraudulentos; sancione a los traidores, a los irrespetuosos y a los que escupen; enfatice el derecho de admisión, termine con los barrabrava y con la salida visitante de la cancha de Independiente.
¡A desalambrar! que quiero ir con los chicos.
PAR
gracias, señor enmascarado PAR !!!, saludos al señor REX !!!
2 comentarios:
Pablo (me atrevo a desenmascarar el primer velo del enigmático PAR), tomaré nota para cuando ocurra el milagro de que me toque festejar.
OScar S., banquero titular de Trade Travel
Pablo Andres (me atrevo a desenmascarar el segundo velo del no tan enigmático Sr. PAR), en mi próximo gol, en honor a vos, me tocaré el beitz izquierdo.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio